Instantaneas

Instantaneas

sábado, 9 de agosto de 2014

XI - La caza

   Galpo el monje y Mauler el pícaro decidieron unir fuerzas para cazar al orco y repartirse la recompensa, o matar al otro al menor descuido. Estuvieron decidiendo hacia donde dirigirse para seguir la pista del chaman y sabiendo que iba al sur se dirigieron hacia las Montañas Crestagrana y preguntar en los diferentes pueblos y aldeas del camino. Tuvieron bastante cuidado de que las patrullas humanas no los encontraran ya que habría dificultado su misión, porque un orco y un goblin no son bienvenidos para los soldados de la Alianza, aunque hay taberneros que si los acogería ya que los cazarrecompensas suelen llevar bastante oro.
   Llegaron a una posada en ruinas, tras un ataque de los orcos Roca Negra, encontrándose varios cuerpos descuartizados y uno agonizando. Galpo le inspeccionó, le dio un poco de agua y le preguntó que habia pasado. El aldeano les contó como una banda de orcos Roca Negra habían asaltado la taberna matando a todo el mundo o dejando en una insoportable agonía a los supervivientes.
   Mauler le preguntó si había visto pasar a un orco chaman antes del ataque, a lo que el aldeano le dijo que si, que se había hospedado la noche antes. También le preguntó hacia donde se dirigió después de hospedarse y el aldeano cuando iba a contestar, soltó un chorro de sangre y murió en los brazos de Galpo.

   Los dos siguieron caminando mientras iban decidiendo hacia donde dirigirse, ya que era posible que el chaman se hubiera dirigido hacia el sur al Pantano de las Penas y de ahí al Portal Oscuro en las Tierras Devastadas en dirección a Terrallende o en dirección al Bosque Oscuro y de ahí hacia Tuercespina. La segunda opción era bastante mas arriesgada, ya que la ciudad de Ventormenta se encuentra relativamente cerca, por lo que la presencia de soldados humanos es mas alta, aunque seria lo más fácil para despistar a cualquier perseguidor.
   Finalmente los dos se dirigieron hacia el Pantano de las Penas, en donde en mitad del lago se encuentra el Templo Sumergido donde se intentó traer de vuelta al Cazador de almas Hakkar. En el pantano se encuentran además los perdidos, exiliados draeneis que han perdido todo signo de identidad draenei y vagan por el pantano defendiendo su territorio. También se encuentra todo tipo de peligros acechando en lo profundo de las aguas pantanosas o de la vegetación que cubre la zona, en claro contraste con las Tierras Devastadas donde el polvo y la roca dominan casi todo el horizonte. En medio se encuentra el colosal Portal Oscuro que conecta Azeroth con Terrallende, el otrora planeta Draenor de donde son originarios draeneis y orcos.
   Cuando llegaron al Rocal, uno de los primeros asentamientos orcos en los Reinos del Este, preguntaron si habían visto a algún chaman orco de camino al Portal Oscuro. El tabernero les dijo que no y les preguntó que querían tomar, a lo que contestaron que una cerveza enana bien fría.
   En ese momento un trol que estaba sentado en una mesa les llamó y les invito a sentarse. Les informó de que el chaman que buscaban estaba cerca de la ciudad de Zul Gurub; los dos se miraron incrédulos y preguntaron que como lo sabia, a lo que les contestó que venia de camino hacia el Rocal desde la Bahia de Tuercespina.

   El orco y el goblin se tomaron las cervezas, pagaron al trol y al tabernero y se dispusieron en camino otra vez, ya que podría escaparsele de nuevo tras esta sorprendente pista. Justo en el momento en que se disponian a partir se oyó un estruendo, era un cuerno de guerra y al parecer los soldados de la Alianza se disponian a asaltar el poblado. Los dos se miraron y decidieron ayudar a los guardianes del Rocal a defenderlo de los asaltantes, ya que no hay nada mas estimulante que matar soldados de la Alianza.

martes, 5 de agosto de 2014

X - Tras la pista

   Cientos de cazarrecompensas acudieron a la llamada del Emperador, ávidos en bañarse en el oro de los Hierro Negro. Unos eran desarrapados despojos de la sociedad que se buscan de esta forma el pan de cada día, otros caballeros de alta cuna que cansados de la vida en Ventormenta, Forjaz, Orgrimmar, Lunargenta, etc ansían nuevas aventuras.
   El sargento encargado de distribuir las órdenes de busca y captura estuvo hablando con un cazarrecompensas peculiar, un orco adicto a las manzanas que ademas era un monje instruido por pandaren, algo insólito ya que los monjes buscan la espiritualidad, no se dedican a perseguir a otros.
   Otro cazarrecompensas era un goblin, con pendientes en las orejas y dos enormes dagas cuyo nombre era bastante temido en los bajos fondos. Un ser despiadado y rastrero que como un perro de presa persigue al objetivo hasta cazarlo por unas monedas o por favores. Este pícaro es sigiloso como un camaleón y peligroso ya que puede aparecerte por la espalda cuando segundos antes solo había aire.
   Los caballeros caidos en desgracia permanecian juntos hablando entre ellos, formando posibles alianzas para coger al sanguinario orco y mirando de soslayo al resto de cazarrecompensas de menos cuna que la suya.


   En algún oscuro rincón de la ciudad de Ventormenta:

- Cabo: Señor, traigo información acerca del orco, ha sido visto por la Montaña Roca Negra. Nuestros agentes en Forjaz informan de que fue avistado en la Garganta de Fuego en mitad de un enfrentamiento entre tropas enanas y tropas Hierro Negro. Según dicen salió de la nada blandiendo 2 hachas y con una furia incontrolada empezó a destrozar y reducir a pulpa sanguinolenta a todo lo que encontró en su camino mientras hablaba en una lengua desconocida. Las hachas fueron encontrados en el cuerpo destrozado del capitán enano y sus mazas han desaparecido.
- Coronel: Teniente, ¿cuando ocurrió ese incidente?
- Teniente: Pues ocurrió hace 3 días, un superviviente pudo volver a Forjaz y .....
- Coronel: ¡Maldita sea! Y un día después destroza la Taberna del Tragapenas y el Emperador Thaurissan le pone precio por su cabeza. ¡Ese maldito orco está fuera de control! Hay que hacer algo.
- Cabo: Señor, nos han informado que el objetivo ha sido visto por las Montañas Crestagrana.
- Coronel: Teniente informe a nuestros espias en Tuercespina y en Tierras Devastadas. Quiero a ese orco atrapado y encadenado, no se puede fallar.
- Teniente: Cabo ya ha oido al Coronel, informe a todos los espias y por si acaso a nuestros espias en Kalimdor.
- Coronel: Teniente, que hay de su socio...
- Teniente: Los espias informan que no sale de Lunargenta, se pasa el dia en las tabernas.
- Coronel: ¡Quiero saber donde está y si se ponen en contacto con el! ¿Entendido?
-Teniente: ¡Si Señor! Por cierto hay otra cosa, nos han informado que el orco partió hace unos meses de Entrañas, por lo que es posible que sea alguna misión secreta de los Boticarios Renegados.
- Coronel: Malditos no muertos, no se que espera nuestro Rey a erradicarlos. ¿Sabemos algo más de que hacia en Entrañas?
- Teniente: No lo sabemos, los Renegados tienen blindadas ciertas partes de la ciudad y acceder es casi imposible, los Guardias de la Muerte controlan los accesos y las Abominaciones detectan a los humanos disfrazados. Se sabe que hizo un alto en el Sepulcro antes de viajar al sur.
- Coronel: Debemos detener a ese orco. Informe al Sargento Gaen de que se presente como cazarrecompensas en la Ciudad Negra, a ver si consigue capturarlo.
- Teniente: ¡A sus ordenes, Señor!


   En las profundidades de la selva de Tuercespina me dirijo a Zul Gurub, otrora poderosa capital del imperio gurubashi, en busca de pistas que puedan ayudarme a deshacerme de mi molesto invitado. No recuerdo nada de lo que pasó desde que estaba en la Garganta de Fuego escondido de los ejércitos que pronto se enfrentarían. Tampoco sé porque llevo ahora 2 mazas enanas con forma de taladro, pero creo que mi invitado si tiene esas respuestas. Debo encontrar a Rhen'ji para que me ayude a resolver mi problema, aunque en un principio no quiera ayudarme sabré convencerle.
   En el camino hasta Tuercespina he tenido que matar a varios agentes Hierro Negro que me han intentado emboscar y gracias a ellos, se que el Emperador ha puesto precio a mi cabeza. A mi lista de "amigos" tengo que añadir a los Hierro Negro, junto a la Alianza y al Culto Crepuscular, ademas de los cazarrecompensas que vengan a por mi; maldigo el dia que me embarque a Rasganorte a combatir al Rey Exánime y su ejercito de no muertos.
   Me encuentro a las puertas de Zul Gurub y un extraño escalofrío me recorre el cuerpo, ya que la ciudad fue tomada cuando los Zandalari se alzaron y los héroes llegaron a la ciudad a acabar con la rebelión. El viento levanta el polvo acumulado en los escalones mientras subo hacia la entrada a la ciudad y siento como las estatuas me observan llegar....

sábado, 19 de julio de 2014

IX - La Ciudad Negra

   Dentro de la Montaña Roca Negra se encuentran las ciudades de los Enanos Hierro Negro y de los Orcos Roca Negra, los cuales no se sabe si son aliados o solo unos vecinos que se alían ante un enemigo en común. La Ciudad Negra se encuentra escavada en la roca de la propia Montaña, donde los ríos de lava fluyen y los elementales de tierra y fuego campan a sus anchas y está la entrada al Reino del Fuego de Ragnaros, el Señor Elemental mas poderoso de los 4 existentes.
   Cuentan las leyendas que fueron los Enanos Hierro Negro quienes despertaron a Ragnaros al excavar tan profundamente, los esclavizó y los puso a sus órdenes. El imperio Hierro Negro prosperó militarmente llegando a declarar la guerra a sus hermanos de Forjaz, quienes viendo el poderío militar del que disponían pidieron ayuda en la que se declaró La Guerra de los 3 Martillos.

   Resuenan unos pasos por un pasillo solitario, sin paredes, en donde solo se ve caer magma fundido y el calor es infernal. Aparece a la vista del misterioso caminante un gran yunque, negro como la obsidiana, se trata del Yunque Negro con el que se han forjado grandes armas y armaduras del Imperio Hierro Negro. Se encuentra vacío, como el resto de la ciudad.
   La Taberna del Tragapenas se encuentra cerca, llena de insaciables bebedores, enanos Hierro Negro, la inmensa mayoría y muchos miembros de los bajos fondos de ciudades como Ventormenta u Orgrimmar entre otras. El misterioso caminante llega a la puerta del Tragapenas, custodiada por dos Elementales Guardianes de Fuego, que le dan el alto. Con la rapidez del rayo, saca dos mazas y se carga a los dos Elementales y comienza a masacrar a los bebedores incautos que encuentra en las mesas de la Taberna. Solo queda un goblin y sus guardaespaldas tauren viendo horrorizados la matanza producida por este misterioso asaltante.

   El goblin traga saliva y saluda al responsable de la matanza ya que lo conoce de hace mucho tiempo:

-Goblin: Hola Snotling, como tu por......
-Fion: Cállate, ya no soy el por tu culpa, me echaste encima a los cultores y a la Alianza. he venido a cobrar mi deuda.
-Goblin: (Traga saliva de nuevo) Pues veras, sobre eso..... pues.....veras.....no se donde lo deje....

   Fion en un rápido movimiento destripa a los dos guardaespaldas, que no se lo esperan y el goblin se echa a sus pies y se pone a llorar y a implorar:

-Goblin: Por favor Snotling, no me mates, sin mi no recuperaras....

   Fion lo coge por el cuello y lo alza y le dice que si no le dice todo lo que sabe, destripará a su familia delante suya. En eso el goblin le dice todo lo que desea saber Fion.


   En la Puerta de la Montaña Roca Negra que da a Estepas Ardientes se ve salir al orco montado en una Mecaharley a toda prisa dirigiéndose hacia el Sur, mientras dentro de la Ciudad Negra el Emperador Thaurissan es informado de la matanza producida en la Taberna del Tragapenas y ordena la captura vivo o muerto del responsable. La recompensa son diez mil monedas de oro.

martes, 15 de julio de 2014

VIII - Garganta de Fuego

   Un estruendo sonó de repente y se oyó el avanzar de miles de soldados.  Me sobresalte despertándome y al asomarse no podía dejar de asombrarme,  de la Montaña Roca Negra estaba saliendo un gran numero de soldados Hierro Negro junto a elementales de tierra y fuego.  ¿Es posible que Ragnaros haya vuelto?  Esa idea me inquietaba demasiado, ya que el Señor del Fuego es el mas poderoso de los Señores Elementales.
   Recogí rápidamente el campamento y me dispuse a esconderme en lo alto de las montañas que rodean la Garganta, ya que no estaba dispuesto a quedar en medio de la próxima batalla. Se empezaron a oír tambores de guerra y cuernos de batalla que venían de detrás mía, me gire y vi avanzar a varias maquinas de asedio enanas, arcabuceros, helicópteros gnomos, un gran ejercito enano y gnomo de la Alianza.
   Los enanos Hierro Negro empezaron a cargar contra las filas del ejercito de la Alianza, a destrozar cabezas con las mazas, los elementales a aplastar y quemar a los enemigos; semejante carnicería me dejo perplejo y absorto en la batalla. Después de varias horas luchando frente a las puertas de la inmensa Montaña Roca Negra, la ira se va arremolinando a mi alrededor y cada vez entro más en un estado frenético.

   Me lanzo a la batalla con mis hachas en alto invocando a los lobos elementales y me dispongo a destrozar enanos por doquier, que caen bajo mis pies destrozados. Los enanos se vuelven sorprendidos al verme y empiezan a cargar contra mi, lo que provoca que mi ira aumente y sin darme cuenta me transformo en un Ascendiente elemental que empieza a destrozar carne, armaduras y todo lo que pilla en polvo, avanzando sin que ningún miembro Hierro Negro o de la Alianza pueda detenerme. Siento en mi interior que la entidad que llevo dentro está empezando a tomar el control de mi cuerpo, pierdo el control de mis brazos pero sigo destrozando enemigos mientras hablo en alguna antigua y olvidada lengua.
   Cuando recupero el control me encuentro con el campo de batalla silencioso, con un montón de cuerpos destrozados y los buitres dándose un gran festín. Avanzo dando tumbos y al ver un charco veo en mi reflejo algo que me desconcierta bastante, soy un enano férreo; como es posible que haya pasado eso. De repente me giro y me dirijo hacia las puertas abiertas de la Montaña Roca Negra bajo un oscuro propósito.

   Mientras tanto en Forjaz, el Consejo debate acerca de la derrota en la Garganta de Fuego, aunque los informes reflejan que no ha habido ningún superviviente y se habla de un orco solitario que se lanzo al ataque con una ferocidad que no se había visto desde la Horda demoníaca de la 1ª Guerra entre Orcos y Humanos.

lunes, 14 de julio de 2014

VII - Rasganorte

Snotling: - ¿Cuanto tiempo ha pasado desde que llegamos a Tundra Boreal Bloodjol?
Bloodjol: - Ya 2 meses Snotling. Necesito otra cerveza que esta espera me está matando.
Snotling: - No se a que se está esperando para asaltar esa maldita fortaleza volante de Naxxramas, ya se hizo en las Tierras de la Peste y salieron victoriosos.
Bloodjol: - Pues estarán esperando una buena oportunidad, o acaso quieres morir ya.
Snotling: -Ya sabes que eso no pasará jajaja.

2 semanas despues se produjo el asalto a Naxxramas con muchas perdidas en los ejercitos de la Horda y de la Alianza pero se consiguio acabar con Kelthuzad, al menos de momento. Arthas en ese preciso momento lanzó un ataque a la vanguardia que se habia abierto paso hasta una posición ventajosa en Corona de Hielo, frente a su Ciudadela, arrasando con todo como perro rabioso y posteriormente levantando a los muertos. Solamente dejo vivo a un mensajero para llevarle el mensaje a Tirion Vadin, que no habría indulgencia con quien se opusiera a su Azote.


   De repente me despierto gritando y jadeando, dandome cuenta que estoy en mi campamento en una cueva escondida de la vista en la Garganta de Fuego. Enfrente diviso el hogar de los enanos Hierro Negro, la Montaña Roca Negra. Se alza imponente separando la Garganta de las Estepas Ardientes, hogar de los enanos Hierro Negro, los orcos Roca Negra y lamentablemente de Ragnaros el poderoso Señor del Fuego.
   Me conozco de sobra el camino hasta el Tragapenas, una infame taberna dentro del Reino Hierro Negro, donde los criminales mas buscados de ambos continentes se esconden. Mi viaje esta cerca de su fin, pero estoy preocupado por sus consecuencias, ya que las voces se están incrementando y me están atormentando con recuerdos de campañas pasadas.
   Decido quedarme un poco mas escondido ya que veo pasar varias patrullas de enanos Hierro Negro y de la Hermandad del Torio. Aunque con estos ultimos tengo buena relación prefiero que no sepan que ando por la zona, nunca se sabe los espias que puede haber.

  Viejo amigo, donde estaras en estos momentos.....

Mientras tanto en Lunargenta, en una taberna hay un elfo en las sombras bebiendo pensando.

domingo, 13 de julio de 2014

VI - Mientras tanto......

   Solo han pasado 2 años desde la última vez que visité la Presa de las 3 Cabezas y ahora mismo tras el gran Cataclismo de Alamuerte el Destructor, el panorama es catastrófico ya que la poderosa obra de los enanos fue destrozada como un niño jugando en la playa rompe un castillo de arena. Debo tener cuidado por la presencia de las tropas de la Alianza y además de los cultores crepusculares de Cho'gall.
   Intento contactar con los elementos para comprobar el estado de la zona, pero solo encuentro sufrimiento y dolor. Tengo que tener cuidado por si mi acompañante hace acto de presencia y pierdo el control como me ha pasado desde que abandone a la gente de la hermandad y que por poco casi me abren en canal.

   Han pasado ya varios dias desde que dejé atras la Presa de las 3 Cabezas y me estoy aproximando a las Tierras Inhospitas, un desierto en donde la Horda tiene una fuerte presencia y además hay muchos dragones negros. Siento un estremecimiento y empiezo a sentir a mi acompañante y a perder poco a poco el control, ademas de sus insinuantes susurros: "Ya estamos cerca, pronto todo cambiará", "No te resistas, servirás al Maestro tarde o temprano"; estoy empezando a perder el control y si me descubren puede ser un gran inconveniente ya que me están buscando el Culto Crepuscular, las tropas de la Alianza, sin contar con los cazarrecompensas que quieren cobrarse mi cabeza.
   Acabo de perder el control y empiezo a destrozar lobos y guepardos que habitan en las Tierras Inhospitas, hablando en algún oscuro dialecto. Cerca hay una fortaleza de enanos Hierro Negro, que al oir mi escandalosa orgia de destrucción comenten la tonteria de ver de que se trata. Mi furia al verlos se incrementa y me transformo en un ascendente capaz de destrozar todo lo que me encuentro por delante. En menos de media hora, la fortaleza hiede a muerte y sangre y toda forma de vida agoniza o está destrozada en mil pedazos. Días más tarde, una caravana de refuerzos para la fortaleza se encontraron con que los buitres estaban dandose un festin con los cadaveres.

domingo, 6 de julio de 2014

V - Comienza el viaje

   Tras la discusión entre la doctora y el alguacil, todos se fueron a descansar y yo decidí ir al cementerio a visitar una tumba que hacia tiempo no visitaba. Al poco vi que se acercaba la Suma Sacerdotisa Dhaedra hacia mi, asi que fui con ella y vi que la jovencita iba con ella.
   Estuvimos hablando y me dio permiso para hacer mi viaje, siempre que no necesitara los recursos del Culto, cuanto antes fuera mejor. Asi que me fui a descansar para prepararme para el viaje.

   Me dispuse a comenzar el camino de mi aventura que conllevaría un gran e importante cambio en mi futuro y tal vez en mi pasado. Ese camino tal vez a la locura que habia iniciado años atras con algunas crueles masacres y asaltos indiscriminados, o tal vez el haberme enfrentado a terribles males; sea como fuere este viaje marcó un punto de inflexion.

   Salí del Sepulcro camino al sur intentando esquivar a los malditos emboscadores huargen, que estaban dando caza a cualquier renegado, orco o miembro de la Horda. Cuando pasé por la aldea Piroleña comprobé que el ejercito de la Dama Oscura es implacable y que no se detiene ante nada aunque en Gilneas casi le cuesta la vida frente a los rebeldes moradores del Castillo Oscuro.
   Cabalgando a lomos de mi orgullosa mercaharley, voy dejando atras el Bosque de Argenteos y cojo el camino hacia las Tierras Altas de Arathi para poder cruzar el puente Thandol y adentrarme en los Humedales. Cuando llegue debo tener cuidado porque estaré en territorio enemigo y si me cogen seguramente será mi fin.